La construcción está enferma, eso lo sabíamos todos. Pero además existe una especialidad para tratar sus afecciones, cosa que desconocen los propietarios de obra nueva que padecen un mal diagnóstico de sus viviendas y solo lo descubren cuando ya están dentro.
La ciencia que se encarga de ello es la Patología de la Edificación. Pero como todo médico sabe, el secreto de la salud está en prevenir a tiempo. Claro que como en la última década aquí no se ha prevenido nada, ahora nos encontramos con un buen número de pacientes y otros tantos damnificados.
Pero empecemos por el principio.
La raíz del problema se encuentra en que el sector de la construcción es muy sensible a los ciclos económicos, altamente dependiente del factor humano, y en la última década en España se ha vivido un ciclo expansivo. Esto se traduce en alta demanda de mano de obra poco cualificada a la que se exige movilidad. Se necesitan cubrir muchos puestos (lo que favorece los flujos inmigrantes), se construye mucho, muy rápido, y tal vez por eso se hace mal. Se vende a velocidad de vértigo y los precios son desorbitados si se tienen en cuenta las calidades y los acabados.
Pero llega la crisis, y en cuanto se dejan sentir sus estragos el sector se resiente. En 2009 la construcción de viviendas cae más de un 56% con respecto al periodo anterior. Es decir, se construye la mitad que antes. Por consiguiente cabría suponer que a partir de ahora se hará mejor, se abaratarán los precios de mercado y se utilizará como reclamo la mejora de calidades y ejecución. Sin embargo, muchos nuevos propietarios han podido comprobar que las cosas se siguen haciendo igual de mal que antes. ¿Por qué?
Quizá porque la edificación está enferma. Pero ¿enferma de qué? House sugeriría un origen genético, apostaría por lo autoinmune… y acabaría realizando una prueba de tóxicos.
Por difícil que resulte de creer, así ha nacido la Patología de la Edificación: una ciencia que estudia los problemas constructivos o imperfecciones que aparecen en el edificio después de su ejecución.
Y como en un ser humano, esos defectos patológicos pueden ser muchos. Los más comunes: humedades, grietas y desprendimientos, oxidación, corrosión y proliferación de organismos vegetales… Por descontado que la calidad de los materiales y la ejecución de la obra influyen en todos ellos. Y quién no se ha encontrado con cañerías defectuosas, cuadros de luces chapuceros, garajes con goteras…
Ahora bien, una cosa es que exista esta ciencia, y otra que nos sirva de algo. Porque a la hora de la verdad, el propietario sigue estando solo ante el peligro en la lucha contra los responsables.
La ley de edificación en vigor es de 1999, es decir, justo antes del gran boom del sector.
Dicha ley establece que el comprador tiene un año para reclamar los defectos de acabado al constructor. Pero la relación como cliente se establece con el promotor, ahí viene el primera desorientación para el nuevo propietario, que en el momento decisivo no sabe a quién dirigir su queja.
Segundo desconcierto: la reclamación debe estar avalada por un informe pericial, cosa que el cliente desconoce. ¿Cuánto le cuesta ese informe, que debe realizar por cuenta propia? La cosa es seguir soltando dinero antes incluso de que nos atiendan.
Tercero: la reclamación sólo será válida si se inicia antes de que cumpla ese periodo de un año, ya lo haga por vía judicial o extrajudicial. Si se opta por este segundo caso, el más habitual e inmediato, es imprescindible que la de a conocer a través de burofax. Cualquier otro documento o vía no serán válidos.
Cuarto: deberá dirigirla contra todos los responsables de que ese problema haya surgido. Fácil de decir pero… ¿en realidad alguien sabe quiénes son?
Conclusión: mucha ciencia, pero pocas medicinas. Porque el tema no es diagnosticar, sino hacer que los culpables, esos virus ambiciosos e irresponsables que nos atan de pies y manos en cuanto firmamos la primera letra sobre plano, paguen. O mejor aún, que no vuelvan a reincidir. Y ahí la Medicina no tiene potestad. Eso es cosa de la Justicia.
¿Inventará alguien dentro de poco una Patología de la Justicia?
Me he comprado un piso hace un par de años y es una porquería. Sus calidades deben de estar en las casa de los arquitectos, aparejadores y promotores, en la mía desde luego que no. ¡Me han estafado!
ResponderEliminarmi amiga Gadu se compró una casa y estaba hecha de papel. Después se la quemaron.
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