¿QUIÉN PAGA LOS PLATOS ROTOS DE LA CRISIS?
¡A comprar que le financiamos todo lo que desee!
Este fue el lema que señoreó nuestra sociedad durante los primeros años del siglo XXI; hasta que llegó la crisis. Las entidades bancarias, el gobierno de la nación, los promotores inmobiliarios, los concesionarios de coches… cada uno de los ofertantes de la economía de mercado animaron a los ciudadanos de a pie para que consumiéramos sin límite; endeudarse estaba de moda. Y el mismo camino llevaron las distintas administraciones públicas: central, autonómica, provincial y municipal.
El resultado de este banquete consumista lo empezó sufriendo nuestro paisaje: cientos de miles de edificios de viviendas y casitas tachonan espacios naturales que antes disfrutaba el conejo, la perdiz o el erizo. Pero el cemento y el ladrillo también trajeron consigo carreteras, urbanizaciones, polígonos industriales y jardines decorados con césped, que ahora amarillea como los descoloridos carteles de “se vende” colgados en los balcones.
Según los expertos en economía, España lidera la lista de países más endeudados del mundo. Si sumamos la deuda del Estado y la particular, las cifras resultan mareantes. Pero independientemente de los cientos de miles de millones de euros que debamos, detrás de esas frías cifras siempre hay personas con nombres y apellidos. Detrás de las estadísticas de la ruina siempre hay gente que sufre y las pasa canutas. A estas personas están dedicadas estas palabras.
- A la pareja que dejó de pagar el préstamo hipotecario porque uno de los dos o los dos se quedaron sin trabajo. En Estados Unidos entregas la casa y se acabó tu deuda con el banco. En España la deuda es contra el individuo, no sobre la vivienda.
- A esa familia de emigrantes que pidió un crédito para montar un pequeño comercio y la retracción del consumo hizo que las estanterías siguiesen llenas y no les cuadraran las cuentas a fin de mes.
- A ese autónomo que compró otro camión más grande para transportar ladrillos a las miles de obras que levantaban inmuebles en cualquier lugar.
- A esos que engrosan las devastadoras listas de morosos y son los que están pagando los platos rotos de la crisis.
Para ellos no hay inyección de liquidez como para los bancos. No hay plan “renove” como para los fabricantes de coches. No hay subvenciones como a la industria del cine. Para el ciudadano corriente no existe más que el desahucio, el embargo y el despido. Para el ciudadano normal solo hay un mensaje: si no pagas ¡apáñatelas! Que te acoja tu familia, que te dé de comer Cáritas, que vegetes depresivo donde puedas.
Mientras este drama continúa, algunos ciudadanos nos preguntamos:
- ¿Qué pasa con los políticos y los curas que gestionaban las cajas quebradas? ¿A ellos nadie les despide por haberlo hecho mal?
- ¿Les han embargado sus nóminas, sus cuentas, sus propiedades?
- ¿Qué pasa con las quiebras multimillonarias de las grandes constructoras y promotoras inmobiliarias?
- ¿Ha pagado alguno de ellos un solo euro de su patrimonio por crear semejantes agujeros?
Me temo que esos gestores, empresarios, sacerdotes o economistas seguirán comiendo en las vajillas de los más caros restaurantes. Seguro que con sus contactos habrán encontrado otro puesto donde puedan seguir despilfarrando dinero público, de los impositores o de clientes que tuvieron la mala suerte de comprarse un pisito en sus promociones. Pero estos ya llevan tiempo comiendo sus miserias sobre platos rotos, platos que han pagado con sufrimiento y ruina.
De estas personas deberían hablar los medios de comunicación.
¿Dónde está la pasta de Cajasur y CCM, la caja de Castilla la Mancha. Soy de Cebolla, Toledo y nos engañan y nos compran el voto como en la época de mis bisabuelos.
ResponderEliminarLos pobres tienen que pagar los platos rotos, son el eslabón débil de nuestra sociedad.
ResponderEliminar