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¿SE PUEDE HACER UNA VIDA MODERNA SIN USAR COMBUSTIBLES FÓSILES?



Cuando la ciudad sueca de Kristianstad decidió abandonar el uso de los combustibles fósiles, muchos lo tomaron como una mera aspiración insigne. La idea podría equipararse a cualquiera de las utopías verdes que tanto apasionan a los nórdicos, pero enfrentarse a los desafíos que surgirían sería otra cosa.
Estamos hablando de una población que ronda los 80.000 habitantes y que proyectó no usar petróleo ni gas natural o carbón para calentar sus hogares y empresas, habida cuenta de los inviernos glaciales que padecen. 
Algunos de vosotros pensaréis que se pusieron manos a la obra plantando molinos de viento en las cotas de sus montañas o sembrando los tejados de paneles solares; aunque en Suecia apenas tienen días soleados. Pues no, utilizaron otra alternativa.
¿Cómo lo han logrado?
Kristianstad es el epicentro de una región dedicada a la agricultura y la transformación de alimentos. A partir de ahí generan la energía necesaria usando un variado surtido de deshechos, como las mondas de patatas, el estiércol, el aceite usado para cocinar, galletas rancias y las vísceras de los cerdos.
Todos estos deshechos se transforman en biogás mediante un proceso biológico. La planta transformadora se encuentra en las afueras de Kristiansand. El gas resultante se quema para generar calor y electricidad, o se refina como combustible para automóviles.
También se aprovecha el gas que emana del vertedero y de los estanques de aguas residuales, así como residuos de madera de las fábricas de pavimentos y los restos de poda de árboles.
El ejemplo se ha extendido a varios países, entre ellos Alemania, donde cerca de 5.000 sistemas de biogás generan energía, en muchos casos en fincas individuales.
En estos últimos años Kristianstad ha reducido a la mitad su consumo de combustibles fósiles, y las emisiones de dióxido de carbono en una cuarta parte.
Además se han creado numerosos puestos de trabajo, valor añadido que en España provoca envidia.
Tanto el gas natural como el biogás generan también emisiones al quemarse, pero mucho menores que el carbón y el petróleo. Y a diferencia del gas natural, que se bombea desde el subsuelo profundo, el biogás se considera una fuente de energía renovable: se elabora a partir de residuos biológicos que, de no ser aprovechados así, se descompondrían en los campos agrícolas o rellenos sanitarios sin generar beneficios; su  la liberación de metano atraparía el calor en la atmósfera y contribuiría al calentamiento global.
Otra ventaja es que las plantas de biogás puede devorar grandes cantidades de estiércol que de otra manera contaminarían el aire y podrían afectar a los suministros de agua.
Los costos iniciales, cubiertos por la ciudad a través de subvenciones del gobierno sueco, han sido considerables: el sistema de calefacción por biomasa centralizada costó algo más de cien millones de euros, incluyendo la construcción de una planta de incineración, tendido de redes de tuberías, sustitución de hornos e instalación de generadores.
Pero los funcionarios dicen que la recuperación de la inversión ya ha sido significativa: Kristianstad ahora gasta cerca de 2.8 millones cada año para calentar sus edificios municipales en vez de los 5.9 millones que supondría depender del petróleo y la electricidad. También los vehículos municipales (autobuses y camiones) utilizan biogás, evitando la necesidad de comprar cerca de dos millones de litros de diesel o de gas cada año.


2 comentarios:

  1. En España es imposible hacer lo que hacen Suecia y otros lugares. En primer lugar porque tuvimos que matar la mayoría de nuestra cabaña vacuna, ya casi no existen granjas y las empresas eléctricas se han hecho de oro con el chollo de las renovables.

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  2. Imposible no es, lo que pasa es que faltan ganas.
    Tal vez lo más imposible sea que surjan esas ganas.
    Aquí vamos a lo inmediato y lo cómodo, no pensamos a corto-medio plazo.
    Porque habrá rubios en España, pero suecos no somos.
    Greta N.

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