Muchos de nosotros tenemos una imagen romántica del presidente boliviano, pero su último gesto sorprende por noble y anormal. El presidente Evo Morales pidió perdón a los indígenas de las tierras bajas de Bolivia por la fuerte represión policial ejercida durante una marcha de protesta el domingo pasado. Sin embargo, el gesto del presidente no han logrado calmar los ánimos: los indígenas, contrarios a la construcción de una carrera en la Amazonia, están dispuestos a seguir con las movilizaciones.
La protesta indígena, de conflicto local se ha convertido en una cuestión nacional y ha derivado en una huelga general contra el Gobierno boliviano.
Miles de trabajadores, estudiantes, juntas vecinales y organizaciones sociales mostraron su repulsa por la represión policial contra la columna de 1.500 indígenas de camino a La Paz.
Según palabras de Evo Morales: Las manifestaciones populares son "una profunda llamada de atención". Añadiendo, "Aprendamos de nuestros errores". "Que me disculpen, que me perdonen”. "Recojo los dolores y convoco al diálogo”.
Sin embargo, el futuro de la carretera sigue en manos de la empresa brasileña que todavía no recibió orden de paralizar obras.
Lamentablemente, entre la ciudadanía crece la desconfianza sobre la capacidad real que pueda tener el Gobierno para dar soluciones definitivas al conflicto indígena. Más pronto que tarde, esos bosques tropicales serán las avenidas que lleven a la desesperación de millones de ciudadanos que piensan que hay otro mundo mejor entre los cristales acondicionados de los centros comerciales. En cuanto haya desparecido el último bosque, los humanos alimentarán sus espíritus con los afiches de la publicidad, diosa del mundo consumista.